"La Historiadora" de Elizabeth Kostova; la cara intrépida del oficio del historiador
La Historiadora, de Elizabeth Kostova vio la luz en el año 2005. Mas que como una novela, se presentó ante el público como un prometedor viaje por la profunda Europa del Este; paisajes exóticos, descripciones casi eróticas que trascienden las páginas y parecen recrearse en los sentidos y una historia escondida entre archivos y manuscritos de las mas importantes ciudades de la antigüedad.
La pluma de Elizabeth Kostova, minuciosa y descriptiva es la mejor descripción de la misma, y de su largo camino como, primero estudiosa, y después escritora. Apasionada por las letras, se dedicara a las mismas desde bien joven, produciendo sus primeros relatos y poemas ya desde la mas tierna infancia. Mas tarde, su pasión le valdrá una plaza en la Universidad de Yale y un doctorado en Bellas Artes en la Universidad de Michigan. Esta novela, La Historiadora, es resultado de 10 años de investigación y objeto de la concesión del premio Hopwood, de su alma mater "michiguense".
La Historiadora; mas que una novela de vampiros
![](https://m.media-amazon.com/images/I/41KXuqK3i-L._SX315_BO1,204,203,200_.jpg)
En este contexto, nuestra protagonista decide seguir los pasos de su padre, Paul, un historiador que, imitando a su maestro, decidió seguir muy de cerca los pasos de la figura de Drácula. Desapariciones, transformaciones, asesinatos y persecuciones serán los motores de una historia trepidante y dinámica, capaz de absorber al lector desde la primera pagina.
La figura del Historiador aquí representada parece así hallarse a medio camino entre la idealizada profesión plasmada en el séptimo arte -el Historiador como aventurero, siempre joven, atlético y enfrentado a aventuras peligrosas de las que siempre sale ileso- y la realidad; la consulta a archivos, l estudio, la redacción de tesis, artículos, la investigación e, incluso, los congresos y seminarios. Es, en cierto modo, una puesta en valor del "hacer historia". Una vuelta al mundo de los archivos, las bibliotecas en el que documentos, manuscritos y libros se convierten en la columna vertebral de la investigación. No cabe duda que, aquellos versados en el arte de las ciencias históricas, se sentirán como en casa en estos pasajes, e incluso los disfruten con un mayor entendimiento, un sentimiento de pertenencia, de haber pasado también por el lugar que transitan nuestros protagonistas.
Por otro lado, la construcción de la novela goza de una fuerte estructura de base histórica. Actúa así como una gran introducción a las leyendas medievales de la Europa del Este, trascendiendo la figura del Drácula vampírico y presentando a quien fue la verdadera cara de la leyenda. Si bien siempre dotado de elementos sobrenaturales, resultado del carácter de la obra literaria, la Historiadora hace así un retrato de Vlad Tepes que denota una gran formación y estudio previos. Lo mismo sucede con el maravilloso recorrido por las naciones Húngara, Búlgara, Rumana o Turca. Sus descripciones son evocadoras, y casi transportan al lector a las propias culturas; los olores parecen salir de las paginas, la gastronomía nacional parece poder degustarse si uno se recrea en la mente, y las gentes con sus vestiduras tradicionales parecen resultar tan conocidas como las de la propia nacían del lector. Es, como resultado de estas minuciosas descripciones, imposible no querer viajar a todos estos lugares -monasterios, iglesias, bibliotecas y criptas- cargados de historia después de leer esta novela, en un intento por conocer todo aquello por lo que es difícil no quedar fascinado.
![]() |
Castillo de Poenari. Foto: April Swartz. |
Todos estos sentimientos los conseguirá evocar Kostova a través de una pluma que lleva a la espalda la herencia gótica y victoriana y que parece ser casi un homenaje al propio Stoker. La Historiadora es, así, una oda a los libros, a los manuscritos, a la cultura y leyendas del Este y, sobre todo, a la Historia. Mas que una novela, una experiencia y un viaje por los misterios mas oscuros del oficio del Historiador.
"Es un hecho que los historiadores nos interesamos por lo que es, en parte, un reflejo de nosotros, tal vez un aspecto que preferimos no examinar salvo por mediación de la erudición. También es cierto que, a medida que profundizamos en nuestros intereses, cada vez arraigan mas en nuestro ser" p.269
Puntuación: ★★★★★